Uno de los índices más importantes sobre el posicionamiento de las proteínas alternativas en el mercado actual, está dada por la tasa de aceptación del cliente. Para entender cómo funciona este proceso de aceptación y adopción de algo nuevo en la sociedad, hay tres perspectivas psicológicas que podemos abordar:
Neofobia alimentaria.
Piensa en ello como el hábito de los animales de rechazar alimentos que nunca antes han probado, es instinto puro. Y los humanos no estamos tan lejos, te sonarán las etapas que atraviesan los niños en las que se dedican a rechazar todo tipo de alimentos que los adultos sabemos que son buenos y nutritivos para ellos.
¿Cómo resolverlo?
Siempre que tengamos preguntas acerca de la ecología (ecología en el sentido de cuando algo es sano para una persona) de algún aspecto del comportamiento humano, lo más sensato es mirar con humildad hacia la madre naturaleza, y permitirnos aprender de los que están sabiamente conectados con ella. Elefantes y monos viven en una sociedad propia. Cuando son jóvenes, siempre confían en sus padres u otro miembro de la tribu para guiarlos en sus hábitos y rutinas de alimentación. Al mismo tiempo, es más probable que los primates y elefantes jóvenes se animen a probar más alimentos nuevos que sus mayores, ya que son más curiosos y mentalmente menos restringidos (cosa que también se da -felizmente- en los humanos jóvenes: las personas de 16 a 29 años son las que tienen mayor interés en probar productos proteicos alternativos).
Estrategia: para diseñar las marcas de proteínas alternativas, podemos concentrarnos más en lo que le interesa a la nueva generación, con una fuerte presencia en las redes sociales, la identidad virtual del metaverso y la experiencia.
El efecto valle inquietante.
Planteado por primera vez en 1970 por el japonés experto en robótica Masahiro Mori, las personas tienden a rechazar naturalmente los objetos que tienen una gran similitud con los reales, pero no lo suficiente.
Mientras que muchos de los alimentos que comemos sin preocupación son sorprendentemente artificiales, llenos de ingredientes variados e impronunciables que no ofrecen ningún valor nutricional, tendemos a ser bastante menos indulgentes cuando se trata de carne y sus sustitutos.
Y eso que nos consta que las marcas líderes en el mercado de la proteína alternativa han puesto mucho empeño en hacerlo realidad: sabor, aspecto, textura, olor, con productos logradísimos que consiguen imitar tan bien la carne que engañarían al más carnívoro.
Beyond Meat e Impossible Foods son excelentes ejemplos. Ambas hamburguesas “sangran” cuando se las muerde, gracias a extractos de remolacha y moléculas de heme que se encuentran tanto en el músculo animal como en las células vegetales.
Veganismo y Feminismo: compartiendo el mismo objetivo de igualdad
Si bien la creciente tendencia al veganismo tiene muchos más años y defensores (sí, de todos los géneros) que los que se reconocen ahora, es cierto que gran parte de la revolución que está teniendo lugar ahora, vino de la mano de las activistas feministas.
En nuestra búsqueda de cuáles son las barreras mentales y sociales que ofrecen resistencia a la adopción de proteínas alternativas, podemos analizar las motivaciones de este colectivo.
El veganismo busca resolver la explotación, propiedad y objetivación de los cuerpos (carne), y expande el concepto de igualdad más allá del ámbito de los humanos al de todas las especies. Ahí están las similitudes con el feminismo, ya que la lógica detrás de todo el movimiento feminista es simplemente una solicitud de igualdad, creyendo que todos los humanos tienen derecho a las mismas libertades, derechos y oportunidades.
La mejor estrategia para el veganismo es la misma con la solución correcta para el feminismo: la educación.
No podemos alcanzar la perfección en igualdad en un día o en un año, pero es un esfuerzo constante en el que debemos invertir.
Desde luego, extender estos valores hacia otros seres con los que compartimos el planeta podría suma puntos en la construcción del mundo mejor que todos queremos.